Somos sombras de lo que fuimos y seremos.
Cercanos al abismo, a la muerte de los sentidos.
Buscamos permanecer dentro de algo, húmedos,
aunque haga daño.
Soy viejo para decirte esto
más el asco que siento es sudoroso,
y su capricho, el don con el que apareces.
Vete a casa y lame esa mierda que tus heridas
rezuman.
Vete a casa lamentándote del asco que es tu vida.
Duerme tranquila pegada a una botella de moral
con la que soportarte reflejada cada mañana.
Consuélate con perros y nabos, de paso que te mueres,
hazme caso.
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