domingo, 13 de febrero de 2011

Abrázala fuerte




Ella solía abrazarlo fuerte por las noches. Le aterraba dormir sola. No le importaba tanto el nombre como el hecho de sentirse sola.
Me lo decían sus ojos. No hacía falta que abriera la boca.
Ella solía murmurar que estaba muy caliente mientras él, a kilómetros de distancia de alli, notaba sus manos entumecidas por el frío. Le pide un beso. Él acepta sin protestar. Sigue el ritual. No deja lugar a la duda.
Mañana se despertará sola. Los dos sabrán que tan sólo ha sido un sueño.

Pasan las horas. Sus ojos no se cierran. La simple idea la mantiene despierta. Sus miedos se hacen dueños de sus manos temblororas. Busca otras. Las encuentra terríblemente frías. Sabe que no está soñando.

Él se hace el dormido. Le da la espalda. Construye un muro de carne fingido. Espera paciente a que ella recite su último suspiro. Aprovecha el momento exacto para susurrarle al oído a modo de disculpa, "sé fuerte", mientras le abraza y besa quitándole el último aire, lavando sus mejillas ahora frías, congeladas.