domingo, 28 de noviembre de 2010

Idas

Pides ayuda rodeada de fuegos que nadie quiere apagar.
La verdad suele ser más sencilla, no frunzas el ceño.
Me acerco como amigo. Sin más esperanzas,
sin más señuelos.
Me acerco a ti en son de paz.

No levantes el velo de mi ingenuidad todavía.
Te dejaré jugar durante un tiempo
al gato y al ratón sin definir los papeles
tejidos a medida por la aguja que olvidaron
quitar de mi chaqueta...todavía con remiendos, todavía.

Te sigo rezando cada día aunque disimule bien
tus idas y venidas.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Barras en la ventana.

Nunca más volvimos a encontrarnos a pesar de mis intentos infantiles de forzar las casualidades. Me comporté como un amante seguidor de los rituales. Vi pasar tantas semanas por delante de mis ojos deseando que llegase la noche de cada fin de semana que consumí mi tiempo entre las almohadas de la esperanza paranoide.

Todavía guardo el momento. Me aferro a él. No hay necesidad de olvidos. Lo que pasó entre ella y yo aquella noche ante aquella barra atestada de penitentes carece ya de importancia. Nunca más volvimos a encontrarnos a pesar de que sigo aguardando.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Barras

Ella parecía como ausente, ajena a la música excesivamente alta que ocultaba los aullidos de las masas enganchadas al ritmo que un ególatra desde su pedestal pinchaba con una gran sonrisa de satisfacción.

De pié en la barra atestada de penitentes su silueta destacaba por encima del resto gracias a un vestido que luchaba por convertirse en piel. Sus piernas adornadas por unas medias de figuras geométricas eran todo un reclamo para las moscas. Ella las espantaba con su boca perfectamente en rojo sin que apenas sintieras pena del rechazo, tenía esa cualidad. Parecía estar esperando por alguien que por suerte para mis ojos no daba señales de vida.
Tenía la mirada rota, la llama se consumía tras cada canción. Era un descenso a los infiernos de la desesperanza o eso pedía para mis adentros. Llámame miserable. Si estuvieras allí lo comprenderías.

Sus dedos se mojaban en el interior de una copa, un gin tonic con una rodaja de pepino. Los hielos desaparecían rápidamente. No había tiempo para más...pero tras el más había otra realidad...otro resultado y así siempre con cada una de nuestras experiencias.

No tardó en clavar sus ojos sobre mi. Me sentí desnudo. Tonto descuidado! me grité.

Sonrió. No pude disimularlo. Giro los dedos en su copa más despacio como pensando mientras me escurría entre las sombras que bailaban a mi alrededor acercándome como un depredador por la espalda sin conocer el riesgo de creerme cazador cuando en realidad somos siempre presas de nuestros actos...

Ahora tengo que retirarme...dejando a esa nínfula en su barra de penitentes.

domingo, 14 de noviembre de 2010

En el Mondo...

Recuerdas las noches pasadas en las que nuestra voz era tan solo un murmullo?

Recuerdas las noches pasadas en las que nuestras manos jugaban a desaparecer entre humedades?

Recuerdas las noches en las que creí encontrarte sin saber que eras prisionera de ti misma?

Recuerdas esa sonrisa estúpida que te ponía cada vez que cerraba la puerta con tu cuerpo todavía desnudo pero ausente?

Hoy todos esos momentos han vuelto en forma de bilis a mi voz pero no he podido evitar tocar tu cara todavía cálida.

Hoy todos esos momentos han vuelto en forma de bilis a mi voz pero no he podido evitar sentirme libre para juzgarte inocente de todo mal salvo el de haberme encontrado prisionero de mi mismo.