domingo, 31 de octubre de 2010

Humedades



No tengo ganas de ti ni de tus sentidos pésames. Esta noche toca a su fin pero su luz continuará en mi. No desesperes me graznan los cuervos amaestrados. No tengo ganas de mi ni de mis continuos pésames.

La lluvia me atraviesa con sus humedades de marcado aroma a ti. Son solo evocaciones sintéticas de mi memoria que me torturan sin que el café o el alcohol en vena puedan mitigarlo.

Esta noche toca a su fin, los muertos están cerca pero su recuerdo es una estrella perenne en mi agenda cargada de compromisos.

Me pides un abrazo. Llevo haciéndolo cada una de estas malditas noches pero justo hoy estás tan lejos, tanto que tu frío está congelado, mis brazos derrotados.
Cada uno se hace el daño que quiere. Podemos ocultarlo. Tus circunstancias me importan una mierda, para qué negarlo. Somos magos de las excusas y estos trucos humanos me resultan vanos.

Tal vez te resulte extraño, pero existen juegos menos infantiles, tal vez más extraños para el mundo adulto en el que habitamos. Es muy sencillo. Consiste en dejar de negar tus pecados, afrontarlos y derrotarte dejando en el camino a ese niño que tantas veces te salva de mi. Ese niño que hace que mis llamadas no sean contestadas, que las obligaciones pasen a segundo plano por un polvo de medio lado. Tú elijes. Siempre podrás hacerlo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Toxicidad

Hoy es de esas noches en las que es mejor no pararse ante nada ni nadie. No atender a razones, y beber menos de la cuenta.
Estás rodeado de humo con sabor a bocas, distingues el sabor de varias lenguas sin importar el sexo.
La tranquilidad que reina en mi jardín interior se ve rota fácilmente. Las normas sociales surten efecto y guardo silencio. Los espacios públicos no han de servir como escenario de miserias aunque sean ficticias.

Todo se cura con humor. En el humor toda cabe y si no te ríes es que tienes un problema. No sólo tenemos una memoria muy sesgada sino que nuestra capacidad de razonamiento está entrenada para perdonarnos constantemente. Por ello decís lo primero que os viene a la cabeza señalándome con dedo acusador. Lenguaje no verbal me dices. Aprendí a leer hace mucho tiempo sólo que lo que sé lo guardo. Si quieres algo, paga.

Apuro la copa. Aquí no queda nada salvo convencionalismos. Me marcho. Es mi principal forma de denuncia. Os privo de mi al tiempo que me ofrezco como carnaza para que podáis sentiros un poco mejor. Me importa una mierda ya. He aguantado con estoicismo como te quejabas de todo menos de ti. Intoxicación. No es un problema, estoy acostumbrado a las alturas. Tienes razón. No me has pedido que te deje pudrir al sol.

Ahora bien. No te olvides de comentarme con quien estuviste anoche. No es un secreto pero lo olvidas justo en este momento. No olvides las cosas que me dijiste durante estos años, en épocas de felicidad. No olvides lo que callabas tampoco.

Mi cuello es tan rígido como tu moral de papel. Mi verborrea la escondo para mejores momentos y por ello no peco de imprudente al hablar de vidas que ni me acerco a intuir.

Llevo varios años ya subido a las ramas de un árbol sin hojas. Es hora tal vez de ponerle algo que esconda sus desnudos nudos.

He sentido vergüenza ajena. Presenciar un juego de egos. Nuevamente elijes el escarnio público y la complicidad de los que callan. Otros se venden por dos míseras perras, por un mal polvo de sábado hablando por encima de todos aunque no diga nada verdaderamente alto.

Buen espectáculo.