jueves, 25 de febrero de 2010

Baldosas amarillas




Nadie levanta hoy en día la vista del suelo. Caminamos con el peso del mundo sobre los hombros. La tierra nos llama antes de tiempo. El tiempo corre por delante nuestra mientras por detrás nos empuja. Los abismos son superficiales. Quieres perderte entre sus negras paredes pero te vomitan, no hay descanso, vuelves a flote sin tocar fondo, sin tomar conciencia de lo mal que has planteado las cosas y de las falsas expectativas que te confundieron bajo tu licencia cómplice.
Nadie levanta hoy en día la vista hacia el suelo. Los fuegos fatuos de la noche marcan los caminos vacíos de peregrinos. Es difícil perderse y más encontrarse. Para quien no busca, la casualidad es un paso tras otro. Nuestra sangre se mezcla con la bilis de la cena anterior y nos extraña nuestro empeño en sobrevivirnos a pesar de no tener ya esperanza de que me rediman. No he firmado la paz conmigo mismo mientras regreso al seno materno de la nada que yo recuerde. Mis manos están trasnochadas, cuarteadas por el frío. El aliento no es capaz de calentarlas ya y tu tacto hace noches que me ha olvidado.
Nadie levanta hoy en día la vista del suelo. Verías el cielo lleno de globos de color rojo y soles radiantes. Verías que es posible aligerar nuestro mundo particular por lo menos, durante un breve instante.

sábado, 13 de febrero de 2010

Bajo el pupitre



Hundes tus dedos en las sábanas de jabón buscando mi cabeza...tratando de retomar el control de mis instintos pero no me encuentras. Tus huellas dactilares se complacen entre sonrisas verticales pero no me encuentras.

Las mariposas mueren un día después de nacer y desaparecen aunque tengo unos bonitos cuadros con decenas de ellas sobre la pared de mi cuarto, me acuesto todas las noches con ellas, redescubro mi olfato.
El círculo está mal dibujado. En ocasiones conviene dejar que el mar borre las huellas tras de ti sin empeñarte en luchas a ciegas. Quijota te llaman...sin montura...con varias armaduras oxidadas. Debajo de mi cama sólo acumulo polvo...sin s...encima de mi me acumulo a diario sin deshacerla...me da pereza volver a empezar de nuevo aunque extraño el sabor de sentirme superhéroe por un día.

La vida es insignificante porque nos han enseñado desde pequeños a escribir de derecha a izquierda, justo donde los ceros no valen nada...nos iremos a Japón donde todo se lee al revés incluso boca abajo. La única sensibilidad que me interesa descubrir y respetar en este momento es la mía, que para algo es con la que me acuesto a cada noche y me persigue durante el día...La suya, la de usted, perdone...me decía?...

Porque hoy me he decidido a dejar rozar los pantalones contra mi piel, sin intermediarios de algodón sintiéndome turbado...cada vez más, sin que haga nada para evitarlo. La quietud será eterna llegada la hora...por lo que prefiero ahogarte despacio...mientras te sacudes sobre mí inquietándome proporcionalmente a tu gozo. Dejo que tus dientes perforen mi piel y me absorban los fluidos vitales que alientan tu boca mientras me pegas bajo el pupitre con cara de niña buena.

lunes, 8 de febrero de 2010

Marilyn y el científico loco.



No hay lugar para la esperanza...entre tus brazos nunca la hubo y tú lo sabías cruelmente...me lo decías a cada instante con esa mirada perdida disimulada por la sonrisa más perfecta jamás dibujada por una mano agnóstica como la del que nos dejó aquí perdidos. No puede creer más en nosotros...ya no.

Malditas las convenciones de los malditos farsantes que dicen que lo socialmente aceptable está de moda. También en la época de los leones y circos las normas eran las que eran. Había oprimidos y opresores como en el circo de nuestra cama...un opresor convertido en esclavo de la oprimida disfrazada de esclava. Rompes el silencio. Te disculpas. Te odio. Maldita hipócrita. No, no te disculpes eso no, pienso...dices que te tienes que marchar...que en tu casa te extrañarán y todas esas mierdas tópicas sacadas de un manual obsoleto. Siempre me menospreciaste. Siempre dejé que me menospreciaras...creía que así creyéndote con el control de la situación todo sería más fácil...doblemente idiota.

Maldita estúpida. Cierra la puerta y llévate todas las colillas que apagaste sobre mi. Una tras otra por cada noche. Era tu precio. Una marca que sólo el mal tiempo podría curar. Ocultarlas del sol, de mi vista.

Ahora el silencio...el largo y sempiterno silencio. Es el único capaz de escuchar gratuitamente.
Mientras…continúa sin creer…no puede creer ya en nosotros ni yo en mí. He de matarme y volverme a construir y así para siempre hasta que el silencio deje de escucharme y volvamos a creernos las mentiras de la vida.

domingo, 7 de febrero de 2010

Como una medusa



¿Recuerdas la forma en la que me tocaste antes?
De toda la dulzura que amé y adoré.

De todos esos intensos momentos en los que te creí eterna en tu mirada esclavo de ti, humedad en mi boca reseca de tus manos, de tu piel que tanto me duele.

De todos esos momentos que atesoro en un álbum de fotos, de esos momentos en los que realmente viví, sin ellos, muerto.

Necesito la oscuridad
el cariño, la tristeza, la debilidad…

Sí, de esa oscuridad que me quema por dentro por mis venas llenas de tu piel esnifada, del cariño que tu silencio me muestra, de la tristeza de tu perfil envuelto en los humos de un cigarrillo, de la debilidad mal disimulada, necesito de tu oscuridad pues la luz que anida en mi mundo fallece entre tanta miseria, necesito tu oscuridad para poder ver…


…Necesito un susurro,
un beso de buenas noches…

Necesito tan solo un susurro de tu boca en mi cara para sentirme el hombre mas afortunado del mundo, un beso de buenas noches antesala de los buenos días, un beso que solo comparable con el de una madre y su bebe…un beso de buenas noches que tan solo tu y yo podamos comprender.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Pasajero

Mi mano derecha está congelada. La sangre se ha vuelto de izquierdas radical. Ella se rebela contra mi lengua...la quiere arrancar y tirársela a las gaviotas que ya se arremolinan junto a la ventana ávidas del carnaval de vísceras que les prometo con la mirada.

Lo breve de este momento bajo la noche oscura de grandes avenidas estrelladas es que me doy cuenta del miedo que paso a estas horas en las que el dolor me clava sus garras dejando a la vista todo lo que no pude vomitar.

Logro llegar a mi cama y me lanzo moribundo sobre sábanas arrugadas por los soles y edades que me ven nacer cada mañana. No quiero abrir los ojos, quiero calor en mi buena mano derecha...quiero un espantapájaros en mi mesilla para que estas pesadillas que llevan tu nombre dejen de graznarme al oído.

Soy un pasajero más esta noche...con el mismo destino que todos...con el mismo destino que todos...soy un pasajero más esta noche...sobre la cama...como tantos otros...con miedo...junto a la nada.

martes, 2 de febrero de 2010

Plagio

Me plagio continuamente tratando vanamente de reinventarme sin tener en cuenta lo patético de mis intentos por transcenderme, de que mi vocecita interior me diga lo bueno que soy, lo bueno de mi vida, que me mienta en definitiva menos cruel y mezquino.

Me plagio entre dolores estomacales heredados, llevo la marca del lado oscuro. Temo por los daños colaterales. No soporto estos dolores, me hacen pensar demasiado y a estas horas debería estar escuchando mis ronquidos. Me convierto en un ser huraño de sentimientos, no los comparto ni los ventilo temiendo por su rapto, por su despilfarro y así hasta llegar aquí, entre oscuras y luminarias mentales, con mi cabeza a punto de explotar me tomo ese bálsamo casualmente de moda en las barras de los bares llamado “ibuprofeno”. Un gran invento. Sólo pienso en él cuando duele. Me mancho las manos con sangre, mi nariz es la válvula de escape. Color rojo chirriante, me persigues hasta por las venas, me empujas un poquito más hacia el vacío de no tentarme, no tocarte, no buscarte, no anhelarte…eres una droga cruel.

El ser de perfil cabello parlante, pastas gruesas, es un cómplice perfecto, disuelve la pastilla blanca en la cuchara. Mira hacia mi desde su terraza, le devuelvo el gesto desde mi tejado naranja, con un mantel rojo a cuadros perfectamente desplegado, la nausea serpentea lentamente hacia mi apoderándose de las dudas, convirtiéndolas en sangre.

Gritan un “Despierta”, un “wake up” en lenguas más musicales, mientras tomo pastillas, me seco la nariz explotadora de tu pelo, contemplo los huecos en este mi tejado y descubro que la música deja de ser ya un consuelo. Levanto mi copa, pido otra ronda…Estáis todos invitados grito! Amigo, llénalo con mi cosecha, deja que el resto se emborrache mientras me diluyo entre las calles rumbo a mi casa perdida para muchos, insignificante para tantos, un palacio carente de grafitis caóticos. Llego a tiempo para sentarme, lavarme mi boca reseca de vino dulce, plantearme la necesidad o no de descansar u olvidar…dormir no es la solución, si tal vez exorcizarte, levantar un vasto muro de lamentaciones en los que tan sólo mis papeles decoren las grietas que cada amor mal cicatrizado provocaron sin derecho a réplica. No existe derecho parece a la queja, a desenmascararte o me, seamos unos pútridos estúpidos sonrientes y gritemos, camarero, otra ronda, mientras, me diluyo sin que nadie se acuerde de mi nombre.

Antes de irme, le doy las gracias señor por el ibuprofeno, ese gran invento. No hay de qué, para servirle…gracias le vuelvo a decir, algo “bueno” tiene el dinero, que no solo compra soledades acompañadas sino también sinceridad, aunque sea aparente. No miraré hacia otro lado no vaya a ser que tropiece y mi nariz vuelva a gritarme…
”Despierta! Déjate de estupideces, no ves que te pierdes!

Encharcado en sangre, las sombras al menos desaparecen respondo.

Ella esnifa con aguileña resignación otra jornada de desilusión…Mañana me cobijaré entre los que no juegan a la pelota vasca, los que simulan ser lo que suelen ser de 9 de la mañana a 9 de la noche. No es un reproche. Simulamos ser, y en eso…soy un alumno dogmatizado por la ironía. Simulamos ser, simulamos oler, leer, bailar, todo eso tu y yo, el mundo en general, el que grita o susurra promesas, todo excepto besar…en eso no hubo nunca duda. No vendo besos. La rutina y plagiarme será mi tabla de salvación y estas palabras, pastillas fuera del alcance de los bares.