viernes, 13 de agosto de 2010

Estampados callejeros




Suelo quedarme dormido en los pasos de peatones observando cientos de gestos, cientos de vidas truncadas, a triunfadores y violadores conversos. En esos momentos de trance el tiempo se para...olvido el motivo de ponerme un vestido. En la calle no se ve a nadie desnudo pero la calle nos desnuda hasta el tuétano.
En esas estaba cuando vi a una señora con un vestido azul estampado de flores negras, creo que lirios. Llevaba un carrito color borgoña de la compra...se notaba vacío. Hace calor, demasiado para mi nariz reseca que chorrea sin conocer el significado de las papelas, chorrea como la que más salvo que son las 9 de la mañana. Hace calor, ya lo he dicho, lo sé, pero quiero que quede claro que odio el calor tanto como ponerme ropa. La ropa nos etiqueta, nos adorna. Eso lo entiendo pero también nos separa. También los coches, la música, la comida, todo tiene un acento unificador o no...todo sirve para colocarnos en la colmena que habitamos.

Esto me hace recordar muchos momentos en los que adoraba las mañanas en las que lenta, casi ceremonialmente, se vestía con una rutina insultantemente provocadora. A medida que su piel iba escondiéndose tras capas y capas de algodón y tejidos posiblemente de China, yo sonreía desde la cama, ajeno a las obligaciones del día, cada pedazo de tela que se ponía me daba una excusa para quitársela. Ella lo sospechaba al mirar mi cara...no me molestaba mucho en disimularlo. Quería que se quedase un poco más. Ella era demasiado responsable mientras que yo un niño con zapatos grandes con una terrible imaginación. No me quedaba otra que levantarme y maldecir que no fuese viernes por la tarde.

Pero volvamos a la escena de antes, aquella en la que aparecía una señora con su carrito.
Noté que le costaba caminar. Cojeaba. Tenía el pelo muy largo, caía sobre su espalda hasta llegar casi a su cintura. Estaba un poco estropeado. Las manos hinchadas, uñas hace tiempo olvidadas y sus labios, torcidos, apenas contenían sangre.
Estaba desencajada. Le costaba vivir. Su rostro me dijo que cuando tenía 5 años ayudaba a su madre en todas las tareas de la casa. No pudo ir a la escuela. La tenía vedada. Era la mayor y su madre enferma de tuberculosis apenas podía llegar a la noche sin verse arrastrada. Puede contar con los dedos de sus manos las ocasiones en las que se sintió feliz. Perdió su sonrisa demasiado pronto. Apenas nació, dejó de ser niña. Su vida me dijo, le fue marcada desde el comienzo. Condenada a no salir de la colmena en la que se vio atrapada. Nunca gritó. Los gritos eran la norma y esa, su única protesta.

Salí de mi letargo a golpe de pitidos estridentes de personas todavía más estridentes. Tenía ganas de dar marcha atrás y montarla gorda. Diría que fue una equivocación. ¿Quién no se equivoca hoy en día? Sería un gran cínico. Un poco más cerca de la cima del triunfador. En ocasiones no puedo evitar la ira que me infunden ciertas personas que campan por el mundo como señores feudales...pitando y gritando: Tengo prisa no ves que me estoy cagando!?. Olvido que solo van al baño una vez a la semana, por ello, esa cara siempre tan agria.

Antes de salir de ahí pude ver a la señora del vestido estampado mirar hacia atrás. Le costaba respirar. Hoy llegaría a casa contándole a su marido ajeno a todo salvo su rabo, que un chico con aspecto descuidado se lió a golpes en un semáforo, todo loco, casi enajenado.

Sonrío al imaginar la escena. No iba muy desencaminada.

La calle está llena de ropa usada y tirada por los suelos. Muchos nos desnudamos voluntariamente. Otros son despojados de todo menos sus miserias y los que como yo, habitamos en cavernas...pasamos casi de puntillas por ella, por obligación e inspiración, sin apenas dejar huella.

2 comentarios:

  1. Muy bonito el último párrafo
    muy bonito el texto en general...la actitud crítica de observador el mundo y sus miserias, siempre algún detalle, algún apunte de intimidad, de cuerpos encontrados, sensaciones, ...
    La historia de la mujer del carrito se me antoja algo exagerada, pero el texto en general, me ha gustado!

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  2. Un personaje más cotidiano de lo que se podría creer...uno más.

    Gracias ;)

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