miércoles, 15 de septiembre de 2010




Las familias son como cestas de mimbre. Cuando el maestro termina de entrelazar sus finas y perfectas fibras todo guarda una perfecta armonía. El resultado resulta para el ojo un ejercicio de paciencia en busca de captar uno a uno, todos los detalles que configuran el conjunto de hilos individuales pero perfecta y estrechamente relacionados.

Al igual que las cestas de mimbre, las familias con el paso de los años van perdiendo su simetría. Su forma pierde la flexible y a la vez sólida figura quedando reducida a una versión sin patía. Todo aquel que la observe verá una cesta de mimbre pero al mismo tiempo se dará cuenta que lejos de perdurar en su forma digna ha cambiado en algo visible por fuera de manera superficial. Todo aquel que observe puede sospechar que por el interior de cada hebra vegetal algo se ha roto, ha perdido su consistencia.

Las familias con el paso de los años son como esas cestas de mimbre viejas y deshilachadas. Llenas de roces y humedades mal disimuladas. Todos la respetan por lo que representan, por el tiempo que se tardó en darle forma, por lo que guardó en su interior.

Mas ahora está muerta, vacía por dentro. Es una cáscara de nuez apolillada y sin sustancia. Una estrella del rock caída en desgracia de la que todos se acuerdan, a todos hace gracia por que en su época lo fue todo y ahora es tan sólo una vieja cesta abandonada en el mercado.

Cuando el maestro tejedor crea, reproduce una y otra vez el mismo patrón hace lo que sabe hacer. No se sale del guión. Pierde la oportunidad de buscar otras fórmulas que hagan de sus ideas una testaruda prueba de resistencia al tiempo.

Por ello la familia no deja de ser una cesta. Acabará moldeada por los elementos. Perderá su color.

Hay quien prefiere bolsas de plástico o de papel. Hay quienes emplean cajas de cartón pero permítanme decirles que este ejemplo no viene para nada a cuento aunque si les contaré que me quedaré con lo viejo, con la vieja cesta de mimbre a la que daré uso tan sólo en fiestas y momentos especiales, la alejaré de las inclemencias del tiempo. Así, de esta forma, podremos envejecer juntos sin molestarnos e incluso, si me lo permite...acariciarnos de vez en cuando.

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