viernes, 22 de enero de 2010

Tic - tac boom!


...Sentado en el coche, camino hacia el hogar...

La lluvia golpea con aparente delicadeza el parabrisas mientras la radio grita las noticias del día. Se esfuerzan los locutores en informarnos de lo que sucede y opinan personas a las que nunca conoceré por suerte para mi, personas que deciden sobre nosotros y que adoptan el disfraz de hijos pródigos cada cuatro años.

En un gesto no voluntario apago la radio. El semáforo rojo me impide el paso. Bajo la ventanilla y dejo que el frío aire de la noche me despeje los pulmones. Llevaba sin respirar casi 12 horas. No se escucha nada salvo el ruído del motor y de la calle. La noche en la ciudad tiene sus sonidos particulares. Reparo en ellos.

Cierro los ojos, me convierto en un ausente presente. Dejo al semáforo en rojo y a la lluvia distanciarme de todo, de todos. Me adentro en el silencio de la ciudad discriminando las distorsiones, la suciedad. Tú estás por primera vez entre ella.

La gente impaciente, ajena comienza a pitar, dos, tres segundos en sus vidas de retraso, qué más da. Desean verme desaparecer, morir...sueñan con pisarme y follarme. Dos, tres segundos en sus vidas de retraso constante. Nos acostumbramos a llegar tarde a todos lados incluso cuando es demasiado tarde. En ese momento pedimos otra oportunidad mientras centenares de ellas pasadas, burlonas ahora, aparecen danzantes. Dos, tres, cuatro segundos en sus vidas de retraso y abro los ojos mientras bajo del coche parado. Semáforo en verde. Ya puedes pasar y volver a tu anonimato. Reparto billetes de 100 entre mis asesinos confesos. Vuelvo a mi cáscara de latón y avanzo dejando tras de mi un sinfín de caras incrédulas sonrientes. Cinco, seis, siete segundos en sus vidas...de retraso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario