domingo, 31 de octubre de 2010

Humedades



No tengo ganas de ti ni de tus sentidos pésames. Esta noche toca a su fin pero su luz continuará en mi. No desesperes me graznan los cuervos amaestrados. No tengo ganas de mi ni de mis continuos pésames.

La lluvia me atraviesa con sus humedades de marcado aroma a ti. Son solo evocaciones sintéticas de mi memoria que me torturan sin que el café o el alcohol en vena puedan mitigarlo.

Esta noche toca a su fin, los muertos están cerca pero su recuerdo es una estrella perenne en mi agenda cargada de compromisos.

Me pides un abrazo. Llevo haciéndolo cada una de estas malditas noches pero justo hoy estás tan lejos, tanto que tu frío está congelado, mis brazos derrotados.
Cada uno se hace el daño que quiere. Podemos ocultarlo. Tus circunstancias me importan una mierda, para qué negarlo. Somos magos de las excusas y estos trucos humanos me resultan vanos.

Tal vez te resulte extraño, pero existen juegos menos infantiles, tal vez más extraños para el mundo adulto en el que habitamos. Es muy sencillo. Consiste en dejar de negar tus pecados, afrontarlos y derrotarte dejando en el camino a ese niño que tantas veces te salva de mi. Ese niño que hace que mis llamadas no sean contestadas, que las obligaciones pasen a segundo plano por un polvo de medio lado. Tú elijes. Siempre podrás hacerlo.

1 comentario: